si tú me dices ven, lo dejo todo...

Y así es como fue que yo, Maria, conocí a Juan, en un momento de mi vida en el que todo valía poco, lo poco que me sugirió decidirlo en un momento dado, para dar ese paso, que no fue un paso real, que más bien lo que sucedió es que sólo me dejé llevar, por apartarme a duras penas, de aquello en lo que hace mucho tiempo sentía y no estaba dispuesta a hablar... De aquello que en los minúsculos ratos de silencio que no controlaba, me torturaba sin descanso, como si de un puño hundido en mi pecho, no me dejara respirar...

Juan fue como aquella brisa fresca al abrir la nevera en pleno agosto, un reconfortante momento entre tanto asfixiante calor ajeno...

Y así pude dejar todo y volar con Juan... dejé todo lo que tenía y lo que nunca había tenido, lo cambié todo por aquel muchacho joven que me hacía olvidar un poco aquello que nunca quise nombrar...

Dejé de preguntarme a mí misma por cómo podía agradarme más, y comencé a agradar a Juan, que por entonces, me llenaba de besos, caricias, y unas atenciones que no tuve jamás... Me encontraba como en una nube emborrachada de helio y suplicando al cielo para nunca bajar de allá...

Juan, no era perfecto, pero - ¿quién lo va a notar si me mostraba enamoradiza y sonriente, para no volver a mirar atrás...?

Nadie notaría mi vacío si yo no dejaba que nadie, hiciese las preguntas adecuadas para hurgar más allá de la historia por mi contada, y a mi antojo, sin valorar nada más...

Pasaron los años, la familia creció, y con ello las cargas que comportan tal institución. También tengo que decir,  que hubo muchas alegrías, por supuesto, - ¿cómo no te van a alegrar aquello de lo que más presumes en tu vida...?

También llegaron esas cosas que me apretaban más mis ganas de salir corriendo hacia no sé qué lugar, intentando sin éxito, que no se me notase cada vez más esa sonrisa ya rota que intentaba ocultar toda la verdad...

Y así es cómo me olvidé de realizar mi único trabajo en esta vida, cuidar de mi corazón, de mi sensación de vacío y de mi crecimiento personal... Y así es como negándome lo que pasaba, fui perdiéndome a mí misma y a mi mente en una especie de bucle sin retorno, en donde los pensamientos negativos y autocompasivos pasaron a formar parte de mi vida, pasaron a ser los reyes del salón presidencial de mi existencia, y pese a que todos los que venían a visitar mi "corte", me ofrecían buenos ratos llenos de calor, alegría... yo no podía más que llorar encerrada entre tanta amargura que se había extendido por cada célula de mi cuerpo como la sangre que lo baña todo en este cuerpo vacío de amor propio y lleno de ira y rabia por saborear el amargo fruto de la nostalgia.



Llegados a ese punto en el que lo dejamos todo por alguien, ¿por qué luego nos atrevemos a culpar al prójimo por aquello que nunca quisimos solucionar?






Juanjo Pérez Gálvez
Hipnosis - Canalizaciones
Tel. 667.474.990.
info@centrodubhe.com
www.centrodubhe.com
http://www.facebook.com/centrodubhe

Comentarios

Entradas populares de este blog

El despertar del malvado

Creo que no se amarme

El Affair