Cierro los ojos y veo...

Quién no se ha parado alguna vez frente al mar intentando perderse en ese horizonte borroso, lejano, inalcanzable por extenso, y en un intento de aumentar más esencia, cierro los ojos para captarlo todo... todo aquello que no se puede ver con ese simple gesto... y es así como me preparo y es así como me con-centro...

pido disculpas y agradezco al dueño de la imagen por utilizarla en este texto
((Pido disculpas y agradezco al dueño de la imagen por utilizarla en este texto))

Y es entonces cuando los sentidos se agudizan y comienzan a recibir información a base de contextos filtrados por cada sentido externo para que con el poder de la mente, comenzar ese viaje hacia adentro que te lleva aún más lejos de lo que tus ojos agudizando un horizonte al viento... y es entonces cuando veo... veo Lunas visibles desde mi asomadero, dando a mi mundo una textura y VOLUMEN mucho más extensa de esas otras vidas que de otra forma sería imposible ver...

Si cierro los ojos y miro, las estrellas revientan el firmamento esférico que mezcla lo que digo con lo que siento en una forma que ni siquiera comprendo de primera vez, aunque bien sabes tú, Ángel de la Guarda mío que me ves desde más lejos, que es tan cierto todo lo que me espera fuera, como lo que me sugiero dentro.

Cierro los ojos y me dejo llevar por esas luces del firmamento inspirando un sueño mágico de esos que describen los cuentos, y siguiendo las palabras que yo mismo escribí en mi libro de visitas, en mis registros, me digo aquello de ... "Si cierro los ojos con ganas, puedo verlo todo!"

El cuerpo humano a la vez que perfecto en su forma, nos ancla a una dimensión un tanto pobre, si lo que miramos es todo lo extenso de mi pensamiento... Espero, respiro, intento calmar mi latido angustioso por lo que ocurre siempre afuera y que no logro disipar siempre con acierto. Suspiro, me dejo, le doy permiso a mi calma para dejar lo perpetuo que me ancla a una página de mi infinito silencio.

Escucho, la voz de los míos en forma de pensamiento y filtrado por mi idioma, en este caso una de las formas del planeta Tierra en el que ahora me muevo. Sigo suspirando a la vez que mi pensamiento se distrae de los miedos a perderse en la infinita melodía de las Almas, sugiriendo algo incomprensible para todo mortal ciego.

Me abrazo para no tener miedo, me miro para saber qué siento, me impulso con lágrimas en los ojos sabiendo que voy a ver a los míos desde la posición que más gusta y desde la posición que más cuesta mantener si estás atado a un cuerpo. Es tan grande el anhelo con lo que mido mi calma sustentada en lo vivido que cuando puedo saltar tan fuerte que me despego de mi cuerpo, la certeza te graba a fuego y lágrimas aquello que sabes que ha ocurrido en algún lugar de este infinito espacio lúdico de Cosmos, Energías y Almas...

Y allí estas , como te recordaba de entonces cuando vivimos ese presente en otro mundo que no es otro que el tiempo visto desde una dimensión no estándar... La emoción es tan real o más que lo que siento ahora al estar a tu lado, en otra forma, en otro cuerpo, en otra parte de este planeta Tierra al que estamos ligados.

Y allá donde no existe la materia como la contamos desde este teclado blanco, allá donde no corre el tiempo más que en los suspiros de tu encuentro, allá quiero vivir eternamente porque allá es donde yo pertenezco.

Pasan los segundos como si fuesen horas porque no se puede medir la intensidad de la OBRA, donde me refugio en la sutileza de la energía envuelta en colores cálidos, imitando el movimiento de la respiración de una estrella cuando brilla allá a lo lejos... Y sabiendo que ese infinito momento se graba en mi libro secreto, ya estoy anhelando escaparme de nuevo para probar la dulce amargura de tu pensamiento mientras las lágrimas inundan mis ojos físicos incapaces de lubricar tanta basta prueba de amor eterno.

A veces, me siento lejos de mi mismo, lejos de todo eso que sé que existe y que sé que me nutre de forma vital cuando lo hayas. A veces me siento distraído por el ruido de esta vida acelerada y llena de impuestos inútiles que ahogan mi estar en cada momento. A veces, me siento por un momento y disponiéndome a mirar bien lejos, oigo mi corazón susurrar bien cerca dispuesto de nuevo a saltar el firmamento.

Entonces la magia ocurre, las puertas del transito atemporal se abren de nuevo en otro lugar, en otra forma, en la misma idea de pensamiento que se generó aquel día cuando viví la vida que me tocaba en ese momento. Así que, cuando vuelvo a cerrar los ojos, ...y me con-centro bien, veo de nuevo...


Juanjo Pérez.
Hipnólogo y Canalizador.





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