La Sra. Culpa y el Sr. Arrogante

Se llama Juan Maria, vamos a ponerle ese nombre masculino y femenino por la diversidad del caso...

Treinta y nada, una edad en la que te consideras joven y maduro, con expectativas, ambiciones, lucha, secretos guardados a cal y canto, ...  es decir, caminas por la vida a base de palos de ciego con aires de saberlo todo... - ese es Juan Maria!

Volvemos a lo mismo, a lo de siempre, al inicio de todo conflicto interno, o al menos los más certeros... Su madre, esa mujer descuidada, chapada a la antigua que reniega entre ecos y con la mano en el pecho por no saber ser una madre modelo, aunque calla, y se comporta como la que ya no le importa nada, el daño es tan grande que su persona se fragmentó hace tiempo... ... esa madre "culpable" de su trasiego y su desdicha al conocer hombre en lo antaño de nuestro pueblo, cuando el hombre era hombre pese a las circunstancias y la mujer era la sombra de todo sombrero...

En esa época nació Juan Maria! En la del desamparo legal e incomprensible de lo que ahora es pleno derecho, ... en la época en la que acallaban sus corazones entre las cuatro paredes de su lecho, y la amarga justicia de aquel tiempo desmontaba familias enteras con el sentimiento de abandono de los más pequeños, y la ansía lucha por salir adelante, de esas madres que sacrificaban su papel materno, por otro impuesto...

Ahora Juan Maria, se siente perdido, busca en lo material el éxito de su fracaso, busca en la media naranja un lugar donde refugiarse de ese daño e intentar olvidar, sin éxito, esa falta del abrazo materno...

Qué crueles son los niños, decimos siempre con la boca llena y el certificado de autenticidad de lo expuesto... y ... cuan crueles son los niños ya crecidos, haciendo pagar de por vida el dolor de aquella madre que no supo hacerlo como ellos bien saben exponerlo, desde la ignorancia del que lo ve desde fuera, desde la ignorancia del que cree saberlo todo...

Con esto, esas madres que no pudieron ejercer por derecho propio, se ven expuestas a los desaires de esos críos ya crecidos y con el puñal clavado del "síndrome palestino"* y la culpa escupida a los ojos de una madre que lo único que anhela es un abrazo de su pequeño... para pedirle perdón por esos momentos interminables de dolor y desprecio.

Ya es hora de hablar desde el corazón y sin arrojar lenguas de fuego a esa persona que nos dio la vida y lo hizo de la forma que supo...

Ese momento en el que os sentéis con vosotros mismos para desnudaros el alma sin tapujos, y abordéis el perdón desde lo más profundo, desde la liberación de esa rabia que os quema por dentro, de esa culpa que os castiga y os aleja cada día más de lo que tanto anheláis... El abrazo de la mama y sentir como ese corazón atrapado comienza a galopar de nuevo...

Una vez arrojado todo ese odio de tu alma, coge a tu madre de la mano y pídele que te hable de ella, de cómo se siente, de cómo la echas de menos... Trata de ser humilde en tu postura y trata de exponerle cómo lo has vivido tú en todo este tiempo... Sólo así, desde el amor y el perdón al pasado, ocurrirá el milagro para echar abajo esas barreras y muros que separan los corazones nacidos para ser amados.


Feliz día de la madre hoy!

Juanjo Pérez
info@centrodubhe.com
www.centrodubhe.com

* llamo síndrome palestino a la actitud de creer que todo el mundo va contra él/ella y a quedarse sentado sobre su propia queja sin la capacidad de cambio positivo alguno.





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