Cuando no puedas más, respira...

Se respira silencio entre los tejados húmedos de mi barrio, sólo roto por el cantar ocasional y lejano de los pájaros pasando por ahí, y por el ruido sordo de los aires acondicionados de la panadería de abajo, que una vez más me desvelan a la vez que me atontan en su vibrar constante y aburrido... ... la mañana está tan linda a estas horas...




Me levanto y salgo a la terraza desde donde el amanecer perezoso comienza a danzar de nuevo... Es otro día más de este agosto raro, en el que las mañanas se hacen largas y las noches acaban pronto...

La calma se respira en el aire húmedo y fresco, los pensamientos vuelven a coger el hilo de lo hecho en el día anterior, aquellos mismos pensamientos que te asaltaban una y otra vez como un torbellino desesperado de solución... la cama se hacía pequeña, la habitación tornaba a tener forma en la oscuridad de la noche y tus ojos cerrados seguían viendo imágenes desordenadas de "lo que el viento se llevó"...

Es entonces cuando nuestra mente gana a nuestra calma, y es difícil acallarla incluso sabiendo cómo hacerlo... porque esa misma debacle de pensamientos hace imposible pararse, como solíamos hacer hace tiempo... Entonces, en un alarde de valentía y desesperación, cojo mi silla (una silla normal y corriente) me siento en ella, miro mi habitación, mis recuerdos a ojos abiertos, mi desesperación saliendo de mi pecho, ...soy consciente de ello... entonces me invito a calmarme, y dirás, cómo?... pues cierro los ojos, pongo mis manos en una posición que me sea cómoda para no pensar dónde las dejo... y comienzo a ser consciente de mi respiración, de eso que a veces hacemos sin darnos cuenta, y de eso que a veces no hacemos, también sin darnos cuenta...

Entonces, veo que mi respiración es muy alta, si la pudiésemos dibujar, no pasaría de la altura de mi corazón, y ahí se detiene, cansada, contenida y repetida... entonces comienzo a imaginar mis pulmones expandiéndose hacia el suelo, o mejor hacia mi abdomen, como queriendo empujar todo hacia la Tierra, toda esa frustración devolverla a sus raíces, al suelo... y comienzo a sentir cómo mi capacidad pulmonar aumenta, comienzo a sentir como mi cuerpo pierde esa rigidez nefasta que no me dejaba caminar, recuerdo de nuevo el sonido de mi corazón golpeando suavemente mi pecho, como diciendo, "Ey, que sigo aquí..."  En ese momento mi mente se desata y las imágenes ralentizan su feroz desenfreno... Vuelvo a conectar con mi propia vida, vuelvo a conectar con mi Alma, mi energía y mi YO sincero...




Ese caos controlado de lo que nos ocurre en un instante de nuestras vidas, en muchos momentos vividos, en la infinita verdad del otro, nos golpea con tal fuerza, que a veces no sabemos qué hacer con tanto llanto interno, ahogado desde el propio ego, desde nuestro temperamento o 'pronto', desde nuestra irascible rabia por el ataque ajeno, sin previo aviso, sin ni siquiera preverlo... Sólo me queda, si es posible, desarrollar mi fortaleza interna, imitando en un primer momento y desde una posición cómoda cual monje budista, a respirar el mundo... expectante, pero no excitado de aquello que 'pasa' en ese instante, mientras todo sucede al mismo tiempo, aunque ni siquiera seas consciente de ello...

Respirando ... respirando... coge aire! ... respira...



Centro Dubhe
Terapias Naturales



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